Que el amor a veces necesita límites es obvio para la mayoría de los profesionales de la salud mental. Los terapeutas sabemos que el afecto interpersonal de pareja puede resultar altamente nocivo si la entrega es incondicional y el “ser para uno” se convierte de manera excluyente en un “ser para el otro” (Simone de Beauvoir) No importa la explicación subyacente: la autodestrucción del yo, es patología. Porque es claro que cualquier tipo de altruismo puede llevarse a cabo sin negar el self, sin ser indigno y sin negociar con los principios. Insito: no importa qué digan los adictos al romanticismo, el amor no lo justifica todo y tampoco es necesariamente un motivo obligado de realización personal. Por ejemplo, la soltería o la soledad afectiva son una elección tan válida como cualquier otra.
No estoy en contra del amor en general, eso sería estúpido, porque tal como sostienen las nuevas teorías de la evolución, el amor al prójimo y a los hijos cumple una función adaptativa para la especie. A lo que me refiero es el amor irracional, el que se mantiene testarudamente cuando no somos correspondidos, cuando vemos bloqueada la autorrealización personal y/o cuando se violan nuestros códigos morales.
Existe una dimensión ética del amor que se cruza con la autoestima y nos obliga a pensar el amor que sentimos, a revisar la relación y a preguntarnos si el sufrimiento realmente tiene algún motivo razonable.
Ponerle límites al amor no significa ponerle límites al sentimiento, sino al acto compulsivo de seguir aferrado a un vínculo cuyo costo es la integridad física o psicológica.
Nadie puede “decidir” sobre el enamoramiento y la química de la atracción (o quizás muy pocos), la voluntad a la cual apelo no es “dejar de sentir” sino “dejar de estar” donde se nos lastima, así nos duela, así pensemos que la vida se acaba.
El amor no solamente es emoción, también es Philia (amistad) y Ágape (compasión). El amor no sólo se siente, también se piensa y también se asume en el dolor ajeno, por eso siempre hay un espacio para la razón en el intercambio amoroso.
Con el amor pasional no basta. Se necesita un amor que además de murciélagos en el estómago, sea justo, ético y digno, porque el amor sentimental, per se, no conlleva estas virtudes.
Eros es concupiscente, el que manda es el apetito, la dosis diaria o semanal. Quizás el amor universal o un amor tipo Madre Teresa sigan otro curso, pero para los que no somos santos ni iluminados, el amor de pareja es un acto crudamente humano.
Alguien podría decir que si hay explotación, maltrato o indiferencia no estaríamos ante un “amor verdadero”. Yo cambiaría la palabra “verdadero” por “saludable”, más bien estaríamos frente a un amor enfermizo, contrahecho, incompleto o desbordado.
Un amor que no se acopla a las definiciones idealizadas, a los conceptos espirituales tradicionales o las exigencia poéticas, y que sin embargo se hace manifiesto en la vida cotidiana. Por eso la sabiduría afectiva debe ser práctica y concreta: evaluar si la relación en la que estamos (amor incluído), desde el punto de vista psicológico, nos libera o esclaviza.
La afirmación: “Te amo, pero te dejo”, es una mezcla entre liberación y realismo afectivo.
Walter Riso
Entiendo y apoyo lo arriba expuesto. Es duro pero necesario tener claro que amar no es dejarte ir completamente. Es mas... las discusiones ocasionales son sanas y necesarias, no así el enquistar el sentimiento.
ResponderEliminarBueno ahora sólo tengo una mano libre y no puedo explayarme (abrazo a ls peque con la otra, jiji).
Un beso Misterio¡¡¡
Muy bien exlicado y muy acertado al definir un amor tormentoso por amor no saludable en lugar de amor no verdadero porque puede ser amor sincero y verdadero, amor que sale del corazón, mente y alma y aún así ser perjudicial para la salud por distintas circunstancias. Hay que saber encontrar la armonía entre el sentimiento de amor y el bienestar que esta relación pueda dar. Así se consigue la felicidad absoluta. Yo siempre he dicho que el amor es más complejo y más sencillo a la vez de lo que parece. Lo más importante es saber llevar la relación a una misma sintonía, con las mismas vibraciones.Y en el momento que eso no sea posible y se vuelva descontrolado y afecte a tu salud es cuando hay que convencer al corazón de que no puede ser. No sin antes intentar buscar esta sintonía porque suele existir siempre cuando dos personas se aman mucho. No se trata de cambiar si no de sintonizarse, de entenderse, de aceptarse y de entregar el corazón, cariño, alma, fidelidad, amistas, respeto...amor. Aunque cada relación es un mundo, con sus vivencias, sus problemas, sus alegrías...y es difícil generalizar en sentimientos tan marcados y fuertes como es el amor, en este caso, amor verdadero (sea o no sea saludable). Un saludo mi miesteriosa!
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